Emilio Salgari, conocido sobre todo por sus libros de Sandokán, El Corsario Negro y multitud de otras aventuras para jóvenes, escribió "Cartago en llamas" para demostrar que podía escribir una novela histórica. ¿Lo consiguió? Podemos decir que sí.
Sin salirse de su esquema, una historia de amor imposible, Salgari nos relata los últimos meses de Cartago antes de que Roma logre entrar en ella y la reduzca a cenizas.
Están todos los elementos de las novelas que nos hicieron soñar cuando éramos unos niños:
-el héroe perseguido: Hiram, un capitán cartaginés superviviente de los ejércitos de Anibal.
-su enamorada: Ofir, una muchachita cartaginesa, de quince años, que está locamente enamorada de él.
-el compañero inseparable del héroe, que lo ayuda en todos sus proyectos, el que tiene las ideas más brillantes cuando el héroe está a punto de abandonar: Sidonio, un númida, mucho mayor que su capitán, podríamos decir que es su mentor.
-el malvado viejo que se opone a los amores de los dos protagonistas. Hermon, hará todo lo posible para separar a Ofir de un hombre, un guerrero, al que él desprecia como rico mercader.
-la muchacha que ama en secreto al héroe y que sabe que nunca lo podrá conseguir: Fulvia, una muchacha etrusca, es decir, romana.
-el personaje despreciable: Fegor, el espía, enamorado de Fulvia, trabaja para Hermon y el Consejo de los Ciento, el órgano de poder que gobierna Cartago, empeñado en perseguir a Hiram y destruirlo.
Y de fondo las guerras púnicas.
Salgari con su habitual estilo (que puede parecer anticuado a un lector del siglo XXI) describe una sociedad a punto de hundirse, el comienzo del libro es crudo, duro, bestial e inhumano:
-¡Muera la romana!
-¡Sean quemadas sus entrañas en el pecho de Moloch!
-Quedará agradecido y nos infundirá nuevas fuerzas.
-¡Muera! ¡Muera! ¡Moloch quiere víctimas enemigas!
Un inmenso aullido, escapado de treinta o cuarenta mil pechos, que parecía el mugido de una gran marea cuando embiste, derriba los diques, cubrió por algunos instantes aquellas voces aisladas.
-¡Muera! ¡Con nuestros hijos!
(página 5)
Una sociedad que ofrece víctimas humanas a la estatua de bronce de un dios, en el interior de la cual hay un fuego al que son lanzadas para morir abrasadas vivas, como ofrenda al cruel dios, debe desaparecer.
Esa es la tesis de Salgari. Ahora sólo queda esperar ver cómo desarrolla el tema.
A quien le guste Emilio Salgari no quedará defraudado: el héroe invencible que puede con todo. Su primera hazaña será rescatar, con la ayuda de un puñado de hombres, a la romana que va a ser sacrificada. Su padre le salvó la vida, tiene una deuda de honor con ella. Luego deberá raptar a su amada de las garras de su enemigo. El gobierno de la república de Cartago lo desterró injustamente, pero él ama a su patria aunque se haya comportado de manera ingrata con él.
De manera sencilla Salgari intenta describir la sociedad cartaginesas, sus creencias religiosas, el ambiente social de la ciudad, su forma de gobierno, su relación con Roma y las causas de la caída de una ciudad que, durante mucho tiempo, fue la más rica del Mediterráneo.
Queda al lector juzgar si lo ha conseguido. Seamos indulgentes con su lenguaje, con su vocabulario, con su forma de pensar, es fruto de una época muy anterior a la nuestra. Leamos el libro como si tuviéramos diez u once años y dejémonos llevar por las aventuras y desventuras de Hiram, sólo de esta manera podremos apreciar justamente esta pequeña joya de Emilio Salgari.
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