jueves, 25 de febrero de 2021

CARTAGO EN LLAMAS de Emilio Salgari - RESEÑA

Emilio Salgari, conocido sobre todo por sus libros de Sandokán, El Corsario Negro y multitud de otras aventuras para jóvenes, escribió "Cartago en llamas" para demostrar que podía escribir una novela histórica. ¿Lo consiguió? Podemos decir que sí. 
Sin salirse de su esquema, una historia de amor imposible, Salgari nos relata los últimos meses de Cartago antes de que Roma logre entrar en ella y la reduzca a cenizas.

Están todos los elementos de las novelas que nos hicieron soñar cuando éramos unos niños:
-el héroe perseguido: Hiram, un capitán cartaginés superviviente de los ejércitos de Anibal.
-su enamorada: Ofir, una muchachita cartaginesa, de quince años, que está locamente enamorada de él.
-el compañero inseparable del héroe, que lo ayuda en todos sus proyectos, el que tiene las ideas más brillantes cuando el héroe está a punto de abandonar: Sidonio, un númida, mucho mayor que su capitán, podríamos decir que es su mentor.
-el malvado viejo que se opone a los amores de los dos protagonistas. Hermon, hará todo lo posible para separar a Ofir de un hombre, un guerrero, al que él desprecia como rico mercader.
-la muchacha que ama en secreto al héroe y que sabe que nunca lo podrá conseguir: Fulvia, una muchacha etrusca, es decir, romana.
-el personaje despreciable: Fegor, el espía, enamorado de Fulvia, trabaja para Hermon y el Consejo de los Ciento, el órgano de poder que gobierna Cartago, empeñado en perseguir a Hiram y destruirlo.
Y de fondo las guerras púnicas.
Salgari con su habitual estilo (que puede parecer anticuado a un lector del siglo XXI) describe una sociedad a punto de hundirse, el comienzo del libro es crudo, duro, bestial e inhumano:

-¡Muera la romana!
-¡Sean quemadas sus entrañas en el pecho de Moloch!
-Quedará agradecido y nos infundirá nuevas fuerzas.
-¡Muera! ¡Muera! ¡Moloch quiere víctimas enemigas!
Un inmenso aullido, escapado de treinta o cuarenta mil pechos, que parecía el mugido de una gran marea cuando embiste, derriba los diques, cubrió por algunos instantes aquellas voces aisladas.
-¡Muera! ¡Con nuestros hijos!
(página 5)

Una sociedad que ofrece víctimas humanas a la estatua de bronce de un dios, en el interior de la cual hay un fuego al que son lanzadas para morir abrasadas vivas, como ofrenda al cruel dios, debe desaparecer.
Esa es la tesis de Salgari. Ahora sólo queda esperar ver cómo desarrolla el tema.
A quien le guste Emilio Salgari no quedará defraudado: el héroe invencible que puede con todo. Su primera hazaña será rescatar, con la ayuda de un puñado de hombres, a la romana que va a ser sacrificada. Su padre le salvó la vida, tiene una deuda de honor con ella. Luego deberá raptar a su amada de las garras de su enemigo. El gobierno de la república de Cartago lo desterró injustamente, pero él ama a su patria aunque se haya comportado de manera ingrata con él.
De manera sencilla Salgari intenta describir la sociedad cartaginesas, sus creencias religiosas, el ambiente social de la ciudad, su forma de gobierno, su relación con Roma y las causas de la caída de una ciudad que, durante mucho tiempo, fue la más rica del Mediterráneo.
Queda al lector juzgar si lo ha conseguido. Seamos indulgentes con su lenguaje, con su vocabulario, con su forma de pensar, es fruto de una época muy anterior a la nuestra. Leamos el libro como si tuviéramos diez u once años y dejémonos llevar por las aventuras y desventuras de Hiram, sólo de esta manera podremos apreciar justamente esta pequeña joya de Emilio Salgari.

jueves, 18 de febrero de 2021

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DE JOSHUA RUSSELL Y SU AMIGO ROBOT de Antonio Tomarchio - Primeras páginas


Capítulo I: RAPTOR

El muchacho había acabado de conectar la última tarjeta, aquella más importante, sin ella el Robot no podía ser controlado, luego se había puesto, sobre los antebrazos y las pantorrillas, los controles que servían para moverlo.
Le dijo que se levantase del banco de trabajo, le hizo trasladar algunos carritos llenos de herramientas para liberar un poco de espacio, luego intentó unos movimientos para verificar que todo funcionase a la perfección. Dio unas patadas, primero hacia abajo, luego hacia arriba, se puso en posición defensiva y comenzó a dar puñetazos como si tuviese delante un saco de boxeo. El robot repetía cada uno de sus movimientos en los más mínimos detalles.
« ¡Bien, funciona!» exclamó.
« ¡Este año espero estar entre los diez primeros!»
Decidió llamarlo Scorpion para distinguirlo de las versiones anteriores. El robot tenía una altura de cerca de dos metros, tenía forma humana y estaba fabricado con una aleación especial, ligera pero muy resistente, lo había construido él cuando tenía diez años, pero lo había perfeccionado sólo con el tiempo.
El muchacho se llamaba Joshua Russell y tenía quince años. Había conseguido alcanzar un buen nivel de calidad constructiva, había mejorado la estética del Robot pero, sobre todo, el funcionamiento, también porque estaba cansado de verlo destrozado todos los años en el torneo de lucha de robots que se desarrollaba en New York en el mes de mayo.
Por suerte su padre tenía un taller y había podido ayudarlo en el ensamblaje de las partes mecánicas, pero lo que tenía que ver con la electrónica y el software era todo cosa suya. La parte principal y más importante del robot era la batería especial que él había inventado con nueve años y que le había valido el título de “Super genio del año 2065”.
El mayor problema para hacer funcionar a los autómatas antropomórficos que ahora ya, con funciones y precios distintos, ayudaban al hombre en muchas actividades, era la energía. Necesitaban mucha y las baterías capaces de suministrarla eran demasiado pesadas y grandes para poder meterlas dentro de los robots. Este había sido el motivo de su escasa difusión y por esto su invento había sido revolucionario y había puesto en marcha su elaboración.
Había conseguido inventar una batería tan grande como un paquete de cigarrillos pero capaz de suministrar la energía necesaria para que el robot pudiese realizar acrobacias durante unas horas.
Este invento había traído mucho dinero al magro presupuesto familiar, permitiendo a su familia, que tanto había invertido en pagarle las mejores escuelas, vivir cómodamente y a él participar en las clases de artes marciales y en el famoso torneo de lucha entre robots.
Una ley prohibía dotar de inteligencia a los robots que, por lo tanto, no debían ser capaces de moverse por sí solos, sino que debían ser dirigidos a través de diversos tipos de telecomandos, dependiendo del uso que se le pretendía dar.
Los robots para el combate permitían que los muchachos descendiesen al ring sin riesgo de hacerse daño. En los edificios construidos para los combates existían tres rings: uno más grande donde se enfrentaban los robots y otros dos más pequeños, colocados a los lados, donde los propietarios, con los controles puestos, transmitían las órdenes para hacerles luchar sin estar en contacto con ellos.
Joshua había participado ya tres veces en el torneo pero con pésimos resultados, algunos robots adversarios era lo mejor que la robótica podía suministrar, más veloces, más ligeros y con una mecánica realmente superior a la del suyo. Su excelente conocimiento de las artes marciales lo había ayudado a llegar, como mucho, al décimo puesto que, de todas formas, dado el gran número de participantes, era una posición muy respetable.
« ¿Para qué me sirve ser cinturón negro si luego ese estúpido robot, para hacer el mismo movimiento, necesita un siglo?» se había preguntado a menudo.
La última versión de su juguete prometía avances evidentes, pero no podía saber cuánto habían mejorado los adversarios.
Decidió probarlo fuera del cobertizo para las herramientas que el padre había construido en el terreno cercano a su espléndida villa y que servía incluso de cobertura al refugio subterráneo contra los huracanes. El muchacho se puso unos metros detrás del robot, lo encendió por medio de un botón en el controlador del brazo izquierdo y comenzó a caminar, a cada paso suyo correspondía uno del robot.
«Hasta aquí todo bien, veamos cómo te las apañas ahora», pensó todo contento.
Así que comenzó a correr detrás del robot y, dado que no conseguía alcanzarlo, dedujo que iba más rápido que él. Se paró para tomar aliento, luego probó algunos movimientos que había aprendido en la escuela de artes marciales, unas tijeras, unas patadas arriba, unos saltos y para reírse un poco comenzó a hacerle adoptar movimientos divertidos, gestos de burla y algún paso de danza, en el fondo era un chavalito aunque dotado de una inteligencia superior.
Quedó satisfecho por cómo respondía su creación a sus movimientos, decidió, por lo tanto, poner a prueba la fuerza y le hizo levantar una gran piedra. El robot realizó con éxito todas las órdenes, a continuación, aunque un poco reticente, Joshua intentó que golpease un árbol para comprender la potencia de los golpes que era capaz de asestar. Dio una patada al tronco que crujió ruidosamente, luego lo golpeó con un puño separando una gran porción de corteza. No quiso ensañarse más con el pobre árbol, aunque quedó un poco desilusionado por no haber obtenido mejores resultados.
Se dio cuenta de que se había alejado demasiado, había llegado hasta el confín del bosque que rodeaba un pequeño lago. No tenía nada que temer, nadie le habría hecho daño siempre que pudiese usar su Scorpion para defenderse, pero, de todos modos, decidió volver a casa.
De repente oyó un ruido que provenía del bosque, parecían unos pasos muy pesados, como los de una criatura metálica, pensó que algún otro competidor del torneo había venido al bosque para hacer algunas pruebas. Era curioso y quería ver a dónde habían llegado sus adversarios; se adentró entre los árboles permaneciendo atento a no golpear su costoso juguetito para no hacer ruido y arriesgarse a ser descubierto. En ese momento Joshua se dio cuenta de que tendría que haberle puesto una micro cámara para tener también el punto de vista de su autómata.
Vio un robot a lo lejos que se parecía a un hombre muy robusto. Era de color gris oscuro como el cañón de un fusil y brillaba bajo la luz del sol que pasaba a través del denso bosque.
El robot tenía un aspecto muy amenazador, no como ciertos autómatas ridículos que había visto en el torneo. En la cara tenía dos ojos luminosos y también una mascarilla semejante a la de los cirujanos, pero transparente y angulosa como un diamante, que cubría su boca. No tenía un aire muy tranquilizador y se movía lentamente entre los árboles.
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EL GEMELO DESAPARECIDO de Federico Betti - RESEÑA

El inspector Stefano Zamagni comienza a investigar para poner un rostro a la persona que parece ser la directa responsable de los homicidios ligados a la Asociación Atropos y a otros hechos conectados al criminal Daniele Santopietro, cuando una vecina le pide un favor: ir a la casa de su sobrino hemipléjico, al que han encontrado muerto hace poco, para intentar comprender cómo ha podido suceder. El inspector, de esta manera, suspende la investigación que iba a reemprender para satisfacer la petición de la amiga. Al principio se piensa que la muerte del muchacho hemipléjico haya podido ser debida a una pelea con un extraño, sin embargo la investigación acaba en un callejón sin salida. ¿Por qué ha muerto el muchacho? Para llegar a la solución del enigma, el inspector Zamagni y sus hombres deberán volver al pasado, incluso a través de la lectura de los diarios del muchacho, y llegar a descubrir algo impensable, en un thriller con implicaciones psicológicas que mantendrá al lector en tensión hasta la última página."

Esta es la descripción del libro que puede leer cualquiera que coja en su mano EL GEMELO DESAPARECIDO de Federico Betti, una descripción intrigante que no puede dejar indiferente y con ganas de sumergirse en el libro a quien la lea. Porque cumple lo que promete, un thriller psicológico construido paso a paso con un ritmo que va in crescendo a medida que el lector vaya sumergiéndose en la historia. La historia del muchacho hemipléjico nos tocará el corazón, es la historia de una persona enferma físicamente que evolucionará de una manera extraña a medida que su cuerpo se vaya curando y que su mente comience a recordar lo que ha sucedido y cómo ha llegado a esa situación.
Lenguaje sencillo para una historia compleja y sorprendente.

sábado, 13 de febrero de 2021

IL SIGILLO DI DIO di John Sack - RECENSIONE


Romanzo storico diviso in un prologo e due parti che racconta la ricerca di un frate francescano, Corrado, su un mistero che riguarda il fondatore dell’Ordine: San Francesco d’Assissi. L’ambientazione è quella del XIII secolo con nobile più o meno crudeli, il popolo che debe lottare per sopravvivere, la violenza delle guerre contro il turco, le differenze tra francescani conventuali e spirituali e, poi, tutto questo, avvolto per un segreto sulla vita del santo di Assissi. 
Tutto comincia il 25 marzo di 1230 quando le spoglie del santo sono derubate per un gruppo di milite aiutati per alcuni frati e riescono a nascondere il feretro in una fosa dietro l’altare di una chiesa. 
Nessuna tracia, padre Francesco (…) Il tuo segreto rimarrà inviolato.” (pagina 6) 
In questo momento nasce la fratellanza dei Compari della Tomba che ha come scopo non rivelare dove si trova la tomba del santo. Un inizio intrigante che fa che il lettore abbia voglia di conoscere cosa sta succedendo. Questo prologo, così misterioso e intrigante obbliga a leggere le 500 pagine del libro. 
La prima parte, intitolata “Il griffone” racconta le vicissitudini di frate Corrado, un eremita, che arriva alla sua povera capanna in cima al monte e vede a un povero frate nel suo interiore. Si chiama Fabiano ed è molto giovane. Porta con sé una pergamena di Frate leone, il compagno e segretario di Francesco e una lettera per Corrado;

A Corrado, mio fratello in Cristo, frate Leone, suo indegno compagno, porge rispettoso omaggio nel Signore Iddio. (…) Ricordi come ti raccomandai di studiare e imparare. Leggi con i tuoi occhi, discerni con la tua mente, sperimenta nel tuo cuore la verità delle leggende. Servi pauperes Christi. (…) Scritto in Assissi nel quattordicesimo anno dell’amministrazione di Bonaventura da Bagnoregio, ministro generale dell’Ordine dei Frati Minori (pagina 17)

Questo è il vero comincio del libro, delle vicende che Corrado terrà che subire in un percorso da Ancona fino ad Assissi per scoprire la verità, una verità pericolosa per quanto il povero frate verrà incarcerato, subirà dei tormenti e, finalmente, rilasciato dalle segrete del convento di Assissi potrà raggiungere il suo obiettivo. Ma ne vale la pena scoprire la verità oppure è meglio lasciare perdere? Questo lo scopriremmo attraverso la lettura delle 500 pagine che compongono il libro. 
La seconda parte “Il poverello di Cristo”, si incentra nel scoprire la verità di ogni personaggi che a che vedere con le storie che si hanno cominciato a raccontare nella prima parte, tra quelle, la vera storia di San Francesco, il mistero sarà scoperto ma, questo è qualcosa di buono?

Le avventure di frate Corrado sono piene di persone che lo aiuteranno come Amata e dona Jacopa, una dama amica del santo, ma anche è piena di persone che non vorranno che la verità si faccia luce come Bonaventura, frate Illuminato e gli altri Compari della Tomba. 

John Sack, con uno stile semplice, una maniera di raccontare scorrevole, fa che ci tuffiamo nel libro, che percorrendo i camini dello stesso frate Corrado possiamo imparare di più sul santo di Assissi, delle sue leggende. Perché ce ne sono diverse: La leggenda dei tre compagni, La leggenda Maior, La leggenda del Celano e, come no, il manoscritto di Leone, il compagno di Francesco. 
Non voglio scrivere di più, so che il libro piacerà agli amanti dei romanzi storici. Soltanto una cosa, le leggende hanno una parte di verità, a volte questa verità può risultare scomoda ma non diminuisce il valore dell’uomo che è il centro della leggenda, anzi, lo valorizzano.