El
día se estaba desvaneciendo con sus frías luces invernales en un
crepúsculo claro y sereno. Una respiración forzada salía en forma
de pequeñas y brumosas nubes de los labios exangües de la
parturienta que yacía sobre una sábana arrugada, descompuesta,
despeinada, casi falta de fuerzas.
Otra mujer, también con el vientre hinchado, esperaba atemorizada, como una sombra, entre los gritos de dolor que rebotaban con ecos similares a polillas enloquecidas, aprisionadas entre los primitivos muros de aquella gran habitación con el techo alto y oscuro.
Otra mujer, también con el vientre hinchado, esperaba atemorizada, como una sombra, entre los gritos de dolor que rebotaban con ecos similares a polillas enloquecidas, aprisionadas entre los primitivos muros de aquella gran habitación con el techo alto y oscuro.
Así comienza el libro LAZOS de Roberta Mezzabarba, de manera inquietante, casi terrorífica. Pero no es un libro de terror, aunque el horror y lo sobrenatural impregne cada una de sus páginas. Es un libro que habla de los lazos familiares desde un punto de vista distinto, puede que un poco extravagante, y de cómo esas relaciones se mantienen gracias a las mujeres, fuertes o débiles que sean, que luchan por los suyos y por su felicidad. Puede que a veces este concepto sea distinto en cada una de ellas. Las tres mujeres protagonistas de este libro (Gemma, la novia de Guglielmo; Angelica, la madre de él, y Luana, una extraña muchacha que lo persigue) luchan por su felicidad, cada una a su manera y con sus armas. A veces da la sensación que Guglielmo es sólo un títere, un muñeco, en las manos del Destino y que, a pesar de su fortaleza física y psíquica, sobre todo al principio del libro, podrá enfrentarse ante cualquier eventualidad que se le cruce en su camino. ¿Lo conseguirá? ¿Podrá substraerse a su destino? Eso lo descubrirá el lector que se sumerja en las páginas de LAZOS, un libro distinto a cualquiera que haya leído, inquietante a cada página que se pasa, con un ritmo que, a medida que se lee, va ganando en intensidad.
Los personajes, construidos de manera perfecta por Roberta Mezzabarba, serán queridos u odiados, pero no nos dejarán indiferentes. Tomaremos partido por uno u otro bando, no podremos permanecer impasibles ante una historia contada con la pasión con que la autora nos la relata. La forma de escribir de Roberta Mezzabarba no tiene nada de banal, las palabras, las frases, las acciones están en el lugar justo, ni faltan ni sobran, son las necesarias para haber construido una historia original y muy atrayente.