lunes, 30 de mayo de 2022

EL GEMELO DESAPARECIDO de Federico Betti - BOOKTRAILER

El inspector Stefano Zamagni comienza a investigar para poner un rostro a la persona que parece ser la directa responsable de los homicidios ligados a la Asociación Atropos y a otros hechos conectados al criminal Daniele Santopietro, cuando una vecina le pide un favor: ir a la casa de su sobrino hemipléjico, al que han encontrado muerto hace poco, para intentar comprender cómo ha podido suceder. El inspector, de esta manera, suspende la investigación que iba a reemprender para satisfacer la petición de la amiga. Al principio se piensa que la muerte del muchacho hemipléjico haya podido ser debida a una pelea con un extraño, sin embargo la investigación acaba en un callejón sin salida. 
¿Por qué ha muerto el muchacho? Para llegar a la solución del enigma, el inspector Zamagni y sus hombres deberán volver al pasado, incluso a través de la lectura de los diarios del muchacho, y llegar a descubrir algo impensable, en un thriller con implicaciones psicológicas que mantendrá al lector en tensión hasta la última página.

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viernes, 20 de mayo de 2022

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DE JOSHUA RUSSELL Y SU AMIGO ROBOT de Antonio Tomarchio - Vídeo

Un muchachito fantástico, apasionado por la robótica, se hace amigo de un robot alienígena con el cual crecerá viviendo aventuras increíbles y luchando para salvar al mundo de los peligrosos alienígenas. 
La vida, las pasiones y las aventuras de Joshua Russell se cuentan en un entramado de conspiraciones, peligros e insidias para nuestro planeta. Emociones, amistad y suspense se mezclan con temas importantes como la ecología, la guerra, los riesgos de la tecnología para la vida humana pero, sobre todo, con la ética y el honor. Los acontecimientos de la vida del protagonista y de sus amigos te harán sonreír y conmover pero también reflexionar sobre el futuro de la Tierra, cada vez más superpoblada y contaminada. Será imposible no identificarse con los personajes descritos y no compartir sus emociones. La historia comienza en el 2071 y está ambientada en América. Joshua es un muchachito de quince años pero ya rico y famoso por haber inventado, con sólo nueve años, una batería revolucionaria capaz de conseguir mover los robots durante muchas horas. El pequeño genio es un apasionado de los torneos de lucha entre robots y desde hace años intenta construir uno que sea capaz de ganar. Mientras está probando su último autómata Joshua se encuentra con un extraño robot que, al principio, intentará matarlo pero, a continuación, se convertirá en su mejor amigo y su compañero de aventuras y le ayudará a salvar el mundo de una peligrosa amenaza alienígena. Joshua, ahora ya adulto, deberá enfrentarse a nuevos retos que lo llevarán a combatir en una guerra en otros planetas contra nuevos enemigos y serán sus decisiones, sus invenciones y su valentía los que decreten el futuro de la humanidad. 

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domingo, 15 de mayo de 2022

LAS PÁGINAS PERDIDAS de Ugo Nasi - Vídeo

 

A Viola Borroni, una joven fiscal de la Fiscalía de Roma, le han encargado la investigación sobre la extraña muerte de un hombre que ha sido encontrado con la punta de una flecha medieval en el corazón. Mientras tanto el padre de Viola desaparece. ¿Los dos hechos están conectados? A principios del siglo XX el prior del convento de Mondragone –el padre Giuseppe Strickland –vende a un comerciante polaco un manuscrito del siglo XI que contiene inscripciones desconocidas y enigmáticas representaciones de figuras femeninas, de plantas y de constelaciones. Antes de entregarlo quita, sin que el comprador lo sepa, las primeras catorce páginas y las esconde en su oficina. ¿Cuál es el contenido de aquellos folios y por qué ocultarlos? Esas páginas perdidas se convierten en la obsesión de Adolfo Hitler que, durante la Segunda Guerra Mundial, organiza una comisión de investigación y de estudio para encontrarlas. Una historia llena de suspense, un ir y venir a través del tiempo, donde se entrecruzan las vicisitudes de la protagonista y aquellas de un antiguo y enigmático obispo.

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VÍDEOS

IULIA FARNESIA - Cartas desde el alma de Roberta Mezzabarba - Vídeo

Giulia Farnese, una mujer que atraviesa el tiempo para encontrar, en esta novela, su redención. Su auténtica historia cuenta la vida de una mujer que va más allá de Sponsa Christi con la que es conocida en todo el mundo. La autotra traza el perfil de una mujer fuerte que, libre de los grilletes de una familia que la había educado en la obediencia, renace de sus cenizas y de la condena de la memoria para convertirse en la madre y la señora del feudo de Carbognano. Con una prosa fascinante, basándose en una trama histórica de acontecimientos reales (entresacados de documentos de archivo), la autora restituye a La Bella la dignidad que las crónicas históricas siempre han omitido, prefiriendo recurrir a los chismorreos del siglo XVI.

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VÍDEOS

LAS CONFESIONES DE UNA CONCUBINA de Roberta Mezzabarba - Vídeo

 

Una novela intensa, cargada de emociones fuertes, con un ritmo moderado. Una historia de violencia doméstica, de abusos psicológicos que os estrujarán el estómago. Misia, una mujer joven y su vida monocromática que paso a paso se teñirá cada vez más de negro, un negro que habla de tristeza, de miedo, de luto. Y en una escalada de violencia, cuando la situación parecerá convertirse en irreparable, imposible de soportar, la solución parecerá sólo una… Pero la vida, a veces, consigue sorprender y si bien esto no representará una recompensa equitativa por los males sufridos, quizás con el tiempo conseguirá mitigar los recuerdos, debilitando las asperezas vivas y abriendo una inesperada brecha de luz. Cada una de nosotras se merece una vida de colores, merece ser finalmente artífice de su propio destino, sin sucumbir jamás, para ser finalmente libre de amar y de amarse.

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VÍDEOS

LA LARGA SOMBRA DE UN SUEÑO de Roberta Mezzabarba - Vídeo

 

La noche en la que apareció en la mente de Greta la oportunidad de dar un giro definitivo a la vida que, desde hacía tiempo, le daba lo mismo, el mar estaba siendo batido por una tramontana gélida y cortante, todavía se acordaba perfectamente. Estaba decidida: escaparía.

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VÍDEOS

LAZOS de Roberta Mezzabarba - Vídeo

San Silvestre, 1999. Guglielmo y su vida aparentemente serena, sin sombras. Gemma, su novia, la única por lo que ha sentido algo que ha ido más allá del placer físico. Angelica, una madre afectuosa y presente. Filiberto, padre frío y desapegado. Y, finalmente, Luana y Lucio, los antagonistas de la historia, los que intentarán destruir la vida de Guglielmo, de arrebatarlo a sus seres queridos para llevar a cabo un proyecto diabólico y descabellado de una mente enferma y demoníaca. Pero la vida también está hecha de elecciones. ¿Sabrá Guglielmo desasirse de los nudos que lo asfixian y volver a ser el dueño de su vida? Una novela con una trama compleja, tonos sombríos y dramáticos, una historia que atrapa y se deja leer de un tirón, porque está llena de suspense y de momentos de tensión que apasionan y mantienen la atención. 

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VÍDEOS

sábado, 7 de mayo de 2022

EL GABINETE DE LAS MARAVILLAS de Alfonso Mateo - Sagasta - RESEÑA

 
Libro de misterio ambientado en el Madrid del siglo XVII, El gabinete de las Maravillas de Alfonso Mateo-Sagasta, con menos de trescientas páginas, es un texto que se lee con curiosidad y de manera agradable. Extrañas palabras, curiosidad y agradable, para un libro que comienza con el asesinato de un archivero en el palacio de un noble español. Pero así es porque, aunque la mayor parte de la gente ha oído hablar alguna de vez de los gabinetes de maravillas no todos saben que era casi una moda entre los nobles del Barroco coleccionar cosas, cuanto más raras mejor, por el hecho de poseer pero también por la avidez de conocer cómo estaba hecho el mundo, qué cosas se podían encontrar, cómo, si se quería y se podía (había que tener muchísimo dinero para coleccionar de esta manera) se podía tener en la propia casa una especie de pequeño museo para goce privado del dueño de la casa y de sus amigos.
El XVII es un siglo peculiar, hay un afán increíble por desentrañar los misterios de la naturaleza; los nobles con curiosidad, como nuestro protagonista el Marqués de Hornacho, pretendían con estas colecciones, a veces macabras, a veces insólitas, pero siempre impresionantes, llegar a comprender estos misterios, ya fuera con la colección de animáles exóticos disecados llegados de lejanas tierras, con cosas fabricadas por el hombre con materiales fuera de lo común. Por ejemplo, en la página 74, el Marqués de Hornacho dice a Isidoro de Montemayor, nuestro detective privado protagonista de esta novela:
"Conoce la sala de Naturalia, la galería principal, y esta de Lucus Naturae. En ellas se guardan animales, minerales, fenómenos procedentes de la naturaleza y objetos naturales manipulados por el hombre, como estas copas de huevos de avestruz."
En este ambiente de ilustración y extravagancia es donde Alfonso Mateo-Sagasta centra el misterio: la muerte del archivero del marqués, Gonzalo Escondrillo, encargado del cuidado de este Gabinete de las Maravillas. Tampoco puede ser una muerte normal: el hombre aparece con un cuerno incrustado en la sien izquierda.
Para escribir hay que documentarse, siempre, y si, como en este caso, el libro está ambientado en una época y en un escenario tan peculiar como estos pequeños museos privados, la dificultad es aún mayor. Sumergirse en las páginas del libro de Mateo-Sagasta es entrar de lleno en la sociedad madrileña de aquella época tan lejana para nosotros, más que lector uno se convierte en observador, en compañero de andanzas de Isidoro. Mientras leermos casi podemos tocar los objetos que se describen en el libro y recorrer las salas de la casa de un noble hasta sus más recónditos rincones. La manera de escribir de este autor es sencilla pero no vulgar, las descripciones que hace de los escenarios es minuciosa pero no cansina, las relaciones sociales que describe en el libro, el temor de Isidoro, tan sólo un hidalgo, ante el poder del marqués (muy por encima de él socialmente) y de los otros nobles involucrados en la trama, es comprensible. Pero este extraño detective privado del Barroco conseguirá descubrir el misterio a pesar de todas las trabas que aparecen por el camino. 

viernes, 6 de mayo de 2022

IULIA FARNESIA - CARTAS DESDE EL ALMA de Roberta Mezzabarba - El regreso a casa

 
EL REGRESO A CASA

Hacía poco que la barca había dejado las orillas de la isla, oscilando. Con su avance majestuoso parecía herir la superficie inmóvil del espejo de agua, sembrando, a su paso, ondas parecidas a escalofríos líquidos que se extendían para disolverse seguidamente. 
El aire rígido de noviembre se insinuaba entre las capas de los pesados vestidos, haciendo que Giulia se estremeciese, la capucha calada sobre el pálido rosto. Todo le parecía tan irreal, todo era tan increíble que parecía un sueño, es más, una pesadilla, pero en el fondo de su corazón estaba contenta por haber conseguido, por lo menos, cumplir el último deseo de su amado esposo, conduciendo sus restos mortales a su amada isla. La tramontana que azotaba furiosamente las aguas del lago el día anterior, cuando había llegado de Carbognano con el féretro del marido, parecía que se había calmado milagrosamente.
Giovanni Capece Bozzuto había muerto unos días antes y Giulia, ejecutando y respetando los deseos de su amado, inmediatamente había enviado un mensajero a su hermano, el Cardenal Alessandro Farnese, con la petición de poder sepultar a Giovanni en la Isola Bisentina, en el santuario de la familia. Pero la respuesta de Alessandro no había llegado: quizás, pensó Giulia, su hermano estaba demasiado ocupado tejiendo la tupida trama alrededor del solio pontificio para responder a un requerimiento tan necio. 
Así que esa mañana, la domina del Castello di Carbognano había organizado con rapidez la partida hacia Capodimonte para el transporte del féretro del marido a su última morada. 
Onofria y Berna, sentadas enfrente de ella en la carroza, no habían dicho ni una palabra desde que habían partido. La anciana nodriza y la joven sirvienta observaban a su señora contemplar los campos que discurrían desde la estrecha ventanilla del habitáculo: sólo la respiración regular de la domina rompía el silencio perfecto de aquel momento. 
Ya era de noche cuando llegaron a Capodimonte, ante la fortaleza que dominaba el lago. Y mientras que para Onofria se trataba de la vuelta a casa, para Berna era la primera vez que escuchaba al lago bramar por la tramontana. La muchacha se estremeció, apretujada al chal y, en cuanto descendió de la carroza en el patio de la fortaleza, buscó refugio debajo del porticado que recorría el perímetro cuadrado del cavedio. Onofria alzó la cabeza hacia el cielo e inspiró profundamente. 
Giulia, con decisión, dio rápidas órdenes a los hombres que habían transportado el féretro del marido. 
«Metedlo en una de las habitaciones que se encuentran en la planta baja y veladle durante toda la noche.» 
Acarició el ataúd con la mano enguantada antes de subir por las escaleras. 
Onofria y Berna la escoltaban, como si siguiesen un guión ya escrito. 
Por la mañana, mientras en las habitaciones de la Rocca di Carbognano se estaban culminando los preparativos para el viaje, la fiel Onofria había bajado a los establos y había enviado una avanzada a la Rocca di Capodimonte, incitando a los hombres a darse prisa, mucha prisa. 
Los caballos que llegaban al patio del palacio, espumeaban por el cansancio, finalmente libres del peso de los hombres. Los servidores de la fortaleza se enteraron así de la llegada de la domina y las frías estancias comenzaron a llenarse de ruidos, de vida: en las chimeneas crepitaban las llamas y las sábanas limpias se extendían en los lechos que la señora y sus sirvientas ocuparían. 
La fiel nodriza había dado la orden de preparar la habitación que Giulia ocupaba cuando era muchacha, en aquel palacio que la había visto nacer y crecer. 
La anciana sabía perfectamente que Giulia, ya que era la señora de la fortaleza, debería haberse instalado en el cuarto principal donde durante años se habían alojado sus progenitores. Pero Onofria sabía bien que su Iulia estaba alterada en lo más hondo por el luto que la había aquejado en los días que habían transcurrido, y no quería que los fantasmas de su vida pasada la mantuviesen despierta más de lo que era habitual en ella. 
Sonrió cuando vio a su señora dirigirse, sin dudarlo, hacia su habitación, entreteniéndose un momento sobre el umbral para, a continuación, entrar y cerrar la puerta a sus espaldas.
Giulia se reencontró con su habitación de cuando era niña, aquella cuyas ventanas estaban orientadas hacia su amada Bisentina. 
¡Cuántos recuerdos...! 
Se quitó la capa, apoyándola sobre la cama, y a paso lento se acercó a la ventana desde la cual sólo se veía la profunda oscuridad de la noche: era como si se asomase a su misma alma, puesta al descubierto y flagelada por el gélido viento. 
Se quedó durante unos instantes así, con la mirada perdida en la nada, antes de sentarse delante del tocador y dejar escapar un largo suspiro. 
Onofria llamó a la puerta con delicadeza y, al no oír respuesta, se asomó. Al ver a Iulia allí sentada, casi ensimismada, se acercó con pasos suaves. 
«Madonna Iulia ¿os ayudo a prepararos para dormir?» , le susurró. 
Sólo entonces la mujer se volvió y asintió, mientras miraba a la anciana nodriza. Ahora, por lo general, aquella tarea se le confiaba a Berna, pero Onofria deseaba estar junto a su señora, en aquella noche plagada de emociones y de recuerdos. 
«Onofria, pensaba que este día nunca llegaría, y, en cambio, aquí estoy… de nuevo viuda...» 
Los ojos de Giulia se llenaron de lágrimas: en su vida muy difícilmente podía dejar transparentar las emociones que le llenaban el pecho, pero esa noche, en ese lugar, no consiguió contenerse. 
Aquellos muros que la había visto nacer y crecer le transmitían sensaciones disonantes, de amor y de repugnancia: se sentía perdida sin su amado Giovanni. Mañana sería otro día, pero esa noche las emociones la arrollaban por oleadas, sin descanso. 
«Estar sentada aquí, en esta habitación, en este palacio, en ausencia de todas las personas que han sido parte de mi vida, de mis hermanos y mis hermanas, mi madre y mi padre, me parece sinceramente irreal.» 
Las hábiles manos de Onofria habían comenzado a trastear con las trenzas y las horquillas que mantenían en su lugar los cabellos de Giulia. Aquel contacto la hizo retroceder, a su juventud, a las horas despreocupadas pasadas dejándose arreglar la cabellera por la paciente nodriza, a los parloteos coquetos, y a la ingenuidad de su alma que todavía no conocía las intrigas y los compromisos que requiere este mundo vil. 
«Niña mía, así es la vida, encuentros y adioses, llegadas y partidas, donde la única cita verdadera es con la muerte.» 
«Y luego mi hermano Alessandro que ni siquiera se ha dignado a responder a mi carta… como si realmente tuviese necesidad de su permiso para hacer sepultar a mi marido en la Bisentina...» 
Los botones se deslizaban fuera de los ojales uno a uno, bajo las sabias y ancianas manos de Onofria: cuántas veces había hecho aquel gesto... 
«No te preocupes, Iulia, tu hermano estará ocupado con sus obligaciones, seguramente ni siquiera habrá tenido tiempo de leer tu misiva...» 
El vestido se deslizó al suelo y la mujer tembló al instante. Aquella repentina bajada de temperatura la hizo sobresaltarse, hasta el punto de meterse rápidamente el frío camisón que la anciana le estaba tendiendo. 
«Será como tú dices, Onofria, pero, de todos modos, comienzo a estar cansada de todos estos formalismos, de todos estos fingimientos detrás de los cuales se ocultan enormes precipicios.» 
Una ráfaga de viento más fuerte que las otras se abatió sobre las contraventanas haciéndolas vibrar pavorosamente. Giulia se agitó y luego volvió a tomar el hilo del discurso estrechando con dulzura las manos de la nodriza entre las suyas. 
«Sólo tú, Onofria, quedas de ese tiempo pasado. Sólo tú y un tropel de recuerdos que se amontonan en mi mente. Esperemos que mañana esta tramontana se calme.» 
Y hablando de esta manera, se deslizó entre las mantas donde Onofria había enfilado un brasero calienta camas lleno de brasas. Las sábanas templadas la envolvieron en un abrazo acogedor y consolador, al cual se abandonó. 
Giulia gozó de las atenciones que desde siempre su nodriza le reservaba. Mientas le remetía las mantas la mujer la recordó de niña entre aquellos mismos muros y, sonriendo, en silencio, se retiró.
Onofria habría querido, de buena gana, que hubiera sido Berna la que acompañase a Giulia a la Bisentina, demasiados recuerdos la ataban a aquel lugar, pero la señora era inflexible: quería que las dos mujeres la acompañasen a dar el último adiós a su amado Giovanni. 
Los pescadores del lugar habían puesto a disposición de la señora dos barcas: en una viajaría el féretro y los dos hombres que luego se ocuparían de transportarlo sobre los hombros, en la otra, tendrían cabida las tres mujeres. 
Berna, enraizada con las uñas a la tabla donde estaba sentada, temblaba por el frío y por el equilibrio inestable en el que tenía la sensación de encontrarse: era la primera vez que dejaba la tierra firme para aventurarse sobre un espejo de agua. Observaba a su señora, de pie, justo sobre la proa mientras observaba la isla que se acercaba con cada palada de los remos. El hombre al mando de la barca, el rostro quemado por el sol a pesar de la fría estación, ahondaba con fuerza el remo de madera en las aguas hasta henderlas y elevar salpicaduras de agua helada. 
Miles de recuerdos llenaban la mente de la viuda: volvía a pensar en las veces que había encontrado refugio en la isla, cuando las emociones de su alma eran demasiado poderosas para ser dominadas, volvía a pensar en el tiempo pasado y en el estrago que el mismo había hecho en las voluntades y los deseos ajenos. 
Pensaba en Giovanni y en el respeto que él siempre le había mostrado. Reflexionaba sobre si misma y su trayectoria y, prisionera de estos pensamientos, no se dio cuenta de que la barca había llegado entre los dos majestuosos robles que señalaban el desembarco sobre la isla. 
El pescador que las había conducido a la isla, en cuanto aseguró los remos a bordo, saltó sobre el pequeño embarcadero en el que habían atracado, haciendo que bailase pavorosamente la pequeña embarcación. 
Berna hundió todavía más las uñas en la tabla mientras que el hombre tendía la mano callosa y seca a Giulia, ayudándola a bajar, seguida por Onofria y Berna.

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