martes, 15 de mayo de 2018

La presentación de ayer. Cuarta, y última, parte.

Estas son algunas de las personas que estuvieron conmigo durante casi hora y media, atentas en todo momento a lo que decía y hacía, aunque algunas veces me liase un poco con el maldito ordenador y la pantalla gigante de la biblioteca. Quiero agradecer a todos los asistentes su paciencia, su esfuerzo por estar allí acompañándome, su simpatía y su curiosidad por lo que estaban escuchando.
Gracias a la gente del Fórum Metropolitano por prestarme ese espacio de intercambio cultural y gracias a los usuarios de la biblioteca a los que robé un poco de su tiempo para poder comunicar mi pasión por los libros, sean del idioma que sean. Gracias a todos.

La presentación de ayer. Tercera parte

Con las gafas puestas, acababa de leer un párrafo en italiano y el mismo párrafo en castellano y estaba hablando de la distinta sonoridad de ambas lenguas, como la musicalidad cambia según se utilice una u otra lengua y cómo hay que intentar que el espíritu del libro se conserve lo máximo posible con la traducción.

La presentación de ayer. Segunda parte.


Aquí estamos, empezando a explicotear de qué iba la cosa, de un libro muy bien escrito, en italiano, Le Pagine Perdute, que traduje al castellano y con el que me divertí muchísimo, a la vez que aprendí muchísimo, con respecto al hecho de traducir como con respecto a la lengua italiana.
Lo que veis a mi derecha es el material que utilizo para el trabajo: un PDF en el idioma original lleno de palabras y expresiones subrayadas, y un PDF en castellano para corregir la traducción, la gramática, buscar sinónimos y todo lo que se debe hacer para llevar a término una buena labor de traducción.

La presentación de ayer. Primera parte.


Las presentaciones de libros son muy difíciles, da igual que seas un escritor de éxito o estés empezando, nunca se sabe qué va a ocurrir. Ayer no hubo mucha gente, pero la que hubo salió feliz y satisfecha de la biblioteca, algo muy satisfactorio para mí y creo que también para Ugo. Y además con ganas de leer el libro, una de las asistentes me dijo que le había metido el gusanillo en el cuerpo. Hablé de los lugares ambientados en el libro, hablé del difícil, ingrato pero también apasionante trabajo de traducir. Puse pasión en lo que hablé, como siempre, porque sin pasión es imposible convencer a nadie.